miércoles, 17 de marzo de 2010

Un mal ejemplo

Lo que no entendió Pastor

Por: Juan Paredes Castro
Miércoles 17 de Marzo del 2010

El ahora ex ministro de Justicia, Aurelio Pastor, debió sentirse agradecido en lugar de ofendido por el oportuno pedido que le hiciera El Comercio para que se fuera del Gabinete.

En otras palabras, debió comprender que este Diario le estaba extendiendo un recordatorio, severo pero necesario, de su alta responsabilidad política en el indulto del ahora nuevamente prófugo José Ernesto Crousillat.

Solo por no entender este crítico llamado de atención, tan respetable en una democracia, un intolerante e iracundo Pastor, que prefirió los insultos a las razones, se expuso a pasar rápidamente de su condición de ministro en rebeldía a la de ministro destituido, cosa que pudo evitar a debida hora si hubiera presentado su renuncia ante el presidente Alan García, tal como se lo había planteado El Comercio.

De esta manera, Pastor usó los últimos minutos como ministro de Justicia para dedicarlos a lo que cualquier dignatario en su lugar jamás haría sin herir la majestad de su cargo: agraviar a quien precisamente le estaba señalando el camino más decente ante una situación de crisis: el de su renuncia.

No solo este Diario se lo pedía, sino todos los demás medios reñidos con su actitud intemperante. Y hasta la propia dirigencia mayor de su partido. Varias bancadas del Congreso, incluso aglutinadas en torno a una solicitud de interpelación en su contra, no desearon quedarse atrás.

En este marco de desconexión garrafal de un ministro de Estado con su fuero moral propio y con la sociedad, difícilmente García iba a mostrarse indiferente. El mensaje de una opinión pública hoy en día cada vez más preocupada por las reavivadas amenazas contra la libertad de prensa, era harto elocuente.

Algo más: en el colmo de su irrepetible desborde verbal contra El Comercio, Pastor pretendió usar los respetados emblemas del Apra como referentes de un llamado a la insurrección, que su partido haría bien en examinar, a la luz del eventual retorno de radicalismos políticos disociadores que la historia ya daba por superados.

Ojalá Pastor entienda, por la manera como ha sido separado del gobierno, el valor de la virtud que más desafió en estos días: el de la tolerancia.

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