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La edad de la democracia
Que la democracia en el Perú es aún joven y frágil, constituye una idea bastante difundida y no exenta de razón. La democracia moderna —no la antigua como la griega, en la que la mayoría no tenía derechos políticos— además de su dimensión procedimental, es una nueva forma de entender las relaciones entre los seres humanos.
Es conocido que nuestra especie humana, la del homo sapiens u homo moderno, tiene una antigüedad de aproximadamente 160.000 años. Si tomamos como punto de referencia el inicio de la democracia moderna la instauración del sufragio universal, podemos constatar que este sistema político tiene una antigüedad de alrededor de 120 años, y en el Perú, menos aun. En otras palabras, recién hace 120 años, dentro de un período de 160.000 años, existe el sistema democrático. Desde esta perspectiva histórica, la democracia moderna está todavía en pañales en la mayoría de las sociedades humanas, por lo que estaríamos, en términos temporales, en los inicios de una nueva etapa histórica, de una nueva civilización: la democrática.
Las conquistas democráticas —como el sufragio universal— no surgieron en la historia de la noche a la mañana: son el resultado de una larga lucha de nuestra especie humana por construir una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales. En nuestro devenir histórico, se fueron sumando, paulatinamente, una serie de derechos y libertades democratizadoras de nuestras sociedades.
¿Y qué formas de organización política existieron en los más de 159.000 años anteriores a la democracia moderna? Salvo poquísimas, limitadas y efímeras excepciones, prevalecieron formas excluyentes de gobierno, como los despóticos, dictatoriales, autoritarios o totalitarios, los que produjeron a su vez, una mentalidad y una cultura política autoritarias, las cuales todos —en mayor o menor medida— hemos heredado.
¿Y en qué se diferencia el sistema democrático a los anteriores ya mencionados? En la democracia —además de la elección popular de los gobernantes— prevalecen los principios y valores como son, entre otros, la libertad y la igualdad. Concebir a los seres humanos como personas libres e iguales entre sí, es algo históricamente muy reciente, como lo hemos reseñado.
Por ejemplo, hace muy pocas décadas, los negros en EE.UU. eran marginados, y era inconcebible imaginarse a uno de ellos como presidente de esta nación; y en el Perú, hace menos de 60 años, las mujeres no tenían el derecho al voto.
Desde esta perspectiva histórica, la lucha por construir una sociedad democrática, es decir, una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales en derechos y oportunidades, está en una etapa inicial. Si bien existen considerables avances democratizadores en ciertos países del orbe, en la mayoría de los estados todavía la democracia está comenzando a dar sus primeros pasos. Esta es una de las explicaciones que nos pueden ayudar a comprender mejor la actual imperfección o fragilidad de la democracia en muchos países del mundo, como es el caso del Perú.
Felizmente, el desarrollo de los sistemas de educación, y sobre todo los de comunicación —como Internet— en todo el mundo, nos permiten augurar que la difusión de la visión, los valores y los principios de esta nueva civilización democrática, van a transmitirse con una dinámica mucho más acelerada que en épocas anteriores. Bien por ello.
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