domingo, 14 de marzo de 2010

Prostinor


Tras el aborto, la investigación

Por: Hugo Guerra
Sábado 13 de Marzo del 2010

El abortado intento de apropiarse de América Televisión —traducido como una amenaza contra la libertad de prensa—será recogido por la historia como una mancha sobre el gobierno aprista. Por eso no basta con que el presidente García tome distancia y separe al ministro de Justicia, Aurelio Pastor. Tampoco es suficiente la revisión del indulto acordado al delincuente José Enrique Crousillat. Falta investigar y sancionar a cuantos estén vinculados con la reaparición del montesinismo.

Como ha revelado este Diario, la trama de este intento de asalto contra Canal 4 comenzó cuando Crousillat estaba en la cárcel, porque desde allí lanzó su primera ofensiva bajo la forma de una acusación constitucional que, pese a una fuerte presión de sus operadores políticos y mediáticos, finalmente rebotó en el Congreso. Ese intento de caballazo (ahora traducido en una ridícula denuncia fiscal) se hizo bajo el amparo de una extraña norma legal contenida en un decreto de urgencia del 2009 que, si bien normaba el procedimiento para el Caso Doe Run, abría las puertas para una intervención estatal vía Indecopi en todas las empresas en proceso de reestructuración.

Esa espada de Damocles fue denunciada y algunos funcionarios se comprometieron a derogar la extraña norma, pero no cumplieron. En cambio, se acordó el indulto a Crousillat por supuestas razones humanitarias sin atender todas las observaciones hechas por médicos independientes, políticos de oposición y medios de prensa. ¿Engañaron al presidente? ¿Soberbia regia? Aparte de separar a Pastor, falta investigar las amenazas de muerte contra el doctor Janampa, la denuncia de un supuesto soborno, la aparente falsificación de documentos, etc. Igualmente resta investigar la sorpresiva separación del juez que debía conocer una acción de amparo presentada por América TV, imponiendo irregularmente a un magistrado que ya estaba quejado por un caso de Frecuencia Latina. Cuidado con pasar por alto los brazos judiciales de la hidra montesinista.

Luego sigue pendiente descubrir quién está detrás de Crousillat, porque, por muy osado que fuere, debe haber sabido que su estratagema abortaría. ¿O el plan consistía en afectar al Canal 4 en plena campaña electoral, aunque al final todo se aclarara judicialmente? ¿Cuánto le ha costado la aventura a alguien que sigue sin pagar su deuda con el Estado? ¿No hay personajes más poderosos que operan desde la prisión de la Base Naval, o desde alguna repartición pública? ¿Entre tanto, por qué ciertos medios se prestaron al lanzamiento de la arremetida mafiosa? ¿Fueron sorprendidos con la grabación descontextualizada de Eugenio Bertini? ¿Fue búsqueda de la primicia u otro atentado mediático de una languidecente cofradía de periodistas venales?

Exijamos que la verdad salga a la luz de una vez por todas, y pasemos revista al comportamiento de políticos y líderes de opinión, porque en estos duros días de amenaza contra la prensa independiente solo un puñado de demócratas ha expresado su solidaridad, mientras muchos han preferido callarse. Silencios cómplices, como dicen

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