Un nuevo delfín aprista en batalla
Si uno tuviera que rescatar un par de cosas del reciente congreso del Apra, estas serían Omar Quezada como secretario general y la hoja de ruta que trae bajo el brazo.
La primera línea de esta hoja de ruta buscaría, en el fondo, abrir el Apra hacia adentro y hacia afuera y en dirección del siempre postergado proyecto de su modernización y democratización.
No es que se trate de una empresa inédita. La diferencia radica en que ahora empieza a ser ventilada desde el terreno más difícil: el de la resistencia a algunos cambios y formas de fondo.
En la entrevista que le hace Mariella Balbi en esta página, Quezada se plantea precisamente la premisa de la apertura y la democratización. Y, para quien puede leer en la entrelínea, lo hace no solo con la seguridad que le da su nuevo mandato sino además con la convicción de que va a tener que librar más de una dura batalla interna.
Quezada sabe perfectamente el rol que le toca: encargarse de la estructura partidaria, del fortalecimiento de la militancia y de la conexión de esta con la sociedad, de la misma manera que Jorge del Castillo deberá asumir el frente externo del partido y sus relaciones con el Gobierno y con la sociedad civil.
En este núcleo están encarnadas las dos secretarías generales: la institucional y la política, que por ahora no reconoce primos interpares.
A la pregunta: "¿No hubiera sido mejor que la ONPE estuviera en el congreso?", Quezada responde que él había pedido la presencia de este organismo y también la de los medios de comunicación y se lamenta de que la comisión organizadora del encuentro no los convocara.
Sin embargo, el propio secretario general entrevistado, afirma, a renglón seguido, y bajo la misma pregunta, que las próximas elecciones en el partido serán presenciadas por la ONPE y los medios de comunicación para que certifiquen su transparencia. Y esas elecciones terminarían honrando el buen deseo electoral aprista de hace muchos años: "un militante, un voto".
La hoja de ruta aprista, reavivada por Quezada, apunta pues a unas elecciones internas transparentes, democráticas y supervisadas.
Ahí podría estar el punto de quiebre futuro de este nuevo delfín aprista.
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