domingo, 14 de marzo de 2010

lobbies


La amenaza de los lobbies

Por: Manuel Luque Ingeniero
Sábado 13 de Marzo del 2010

La reciente decisión de la Comisión Europea de autorizar a sus países miembros el cultivo, la importación y el consumo de organismos genéticamente modificados (OGM) llamados transgénicos ha generado polémica no solo en Europa, sino en el ámbito mundial, por el lamentable precedente de cesión formal del mercado a productos que ponen en riesgo la salud y la seguridad alimentaria.

Luego de una política antitransgénica —que caracterizó a la Unión Europea en la última década—, la decisión es cuestionada por ceder a las presiones de las grandes empresas de la biotecnología mundial para incorporar productos OGM en uno de los bloques de mercado más importantes del mundo y, con ello, anteponer el interés de la gran industria a las expectativas de más del 70% de la población europea que rechazan los alimentos genéticamente modificados. Italia anunció que va a montar un frente de rechazo con otros países.

Se han aprobado tres variedades de maíz de la empresa Monsanto y una variedad de papa Amflora desarrollada por la empresa BASF, que contiene más almidón que la papa tradicional, con ventajas para la fabricación de papel de alta resistencia, para la industria de fertilizantes y para alimento de ganado. El riesgo radica en que el ser humano al ingerir carne o leche de ganado alimentado con esta papa Amflora podría ver afectada su salud, pues el gen marcador que dota a las papas de mayor almidón causaría resistencia a los antibióticos en los seres humanos. Según advertencias de la Organización Mundial de la Salud y de la Agencia Europea del Medicamento, habría importantes antibióticos que serían afectados por la variedad Amflora, la que podría incrementar la resistencia de determinadas bacterias y bacilos a antibióticos imprescindibles en tratamientos contra la tuberculosis y otras enfermedades.

En esta decisión, la Comisión Europea ha soslayado el Principio de Precaución que el Parlamento Europeo vía el Reglamento 178 2002 invoca sobre legislación alimentaria. Estas decisiones tienen un componente de proteccionismo a la propiedad intelectual vía patentes de semillas, las que no serán de libre disponibilidad sino que deberán ser compradas para cada siembra, so pena de infringir patentes tecnológicas. Asimismo, esta decisión tendrá potenciales efectos en nuestro país al entrar en vigencia el TLC con la Unión Europea en el 2012.

Somos un país megadiverso, apetecido por la biopiratería mundial. Permitir el cultivo de transgénicos sería un suicidio anunciado, porque la polinización cruzada con esos cultivos nos pondría en un escenario de contaminación genética y eliminaría en pocos años las variedades autóctonas.

A través de regulaciones como esta decisión de la Comisión Europea estamos ingresando a un escenario en el que, bajo el argumento de mayor productividad en los campos para reducir la pobreza y mayor producción industrial para reducir los precios a los consumidores, las grandes empresas de la biotecnología ejercen lobbies para pretender dominar el mercado mundial de la alimentación y de la productividad mundial vía las semillas que son el germen de la vida.

Las semillas podrían convertirse en el futuro en armas estratégicas más poderosas que el mismo armamento militar

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