domingo, 14 de marzo de 2010

Piedad o injusticia?


Piedad burlada y rectificación saludable

Por: Juan Paredes Castro
Domingo 14 de Marzo del 2010

Desde el momento en que el presidente Alan García sintió burlada su piedad, el indulto concedido al empresario José Enrique Crousillat pasaría a tener sus días contados.

Como nunca antes en la historia peruana un derecho de gracia entró en grave crisis. Y como nunca antes también, su revocación, tan necesaria como justificada, enaltecía la capacidad de rectificación del jefe del Estado.

Lo más paradójico es que mientras alrededor de la decisión del indulto se tejían preocupaciones y especulaciones, desde las políticas hasta las jurídicas, Crousillat parecía desear su retorno a prisión. No de otro modo su exhibicionismo público arrogante reflejaba cierto desprecio por la resolución de perdón de sus delitos que seguramente todavía lleva en uno de sus bolsillos, en circunstancias en que una orden de captura pesa sobre él.

No podrá dejarse de recordar, eso sí, que Crousillat terminó involucrando en una irreparable trama dolosa al sistema penitenciario peruano para acceder, desde la condición de supuesto paciente moribundo, a la gracia del indulto presidencial, sin otro objetivo que pretender recuperar una empresa televisiva que dejó en la bancarrota y con su línea editorial vendida a Vladimiro Montesinos.

En efecto, en su afán de poner el cascabel al gato en América Televisión, Crousillat se valió de mil artimañas clínicas y legales y no reparó en usar al ministro de Justicia, Aurelio Pastor, como la alfombra propicia para limpiarse los pies. La víctima siguiente resultó ser Alan García, sorprendido primero por una comisión de indultos , y escandalizado después por el alarde de salud y sinvergüencería del propio Crousillat.

Basta ver en una línea de tiempo cómo Crousillat ha venido arrastrando el cascabel que su defensa legal intenta poner sobre una empresa ahora recuperada de la quiebra, saneada en su patrimonio y económicamente rentable, como es América TV, para percibir que la obtención del indulto constituía un objetivo cínico, capaz de llevarse de encuentro a la ley y a dignidades como la del presidente.

Lo que los operadores políticos y legales de Crousillat no midieron es que el cascabel jugado por el empresario podía ser detectado en sus ramificaciones y despertar una alerta mayor: la de una maniobra en contra de la libertad de expresión de América TV.

Por si algunos no quieran reconocer la dimensión de esta alerta, quizá les venga bien refrescar la historia contemporánea del país, tan abundante en experiencias que se han repetido una y otra vez.


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