domingo, 14 de marzo de 2010

Obamacare

5/3/2010
Adelante contra viento y marea con el Obamacare

Después de 34 discursos, tres reproches electorales claros (Virginia, Nueva Jersey y Massachussets) y un seminario de siete horas, el presidente anunció el miércoles su determinación de hacer un último esfuerzo por aprobar su reforma de la sanidad.
 

Por Charles Krauthammer

De manera que la producción un año en cartel, destinada al fracaso tras la crítica devastadoramente negativa de Massachussets el 19 de enero, vio subir el telón una última vez. El Obamacare vive.

Después de 34 discursos, tres reproches electorales claros (Virginia, Nueva Jersey y Massachussets) y un seminario de siete horas, el presidente anunció el miércoles su determinación para hacer un último esfuerzo por aprobar su reforma de la sanidad. 

El acto final fue cuidadosamente coreografiado. La puesta en escena arrancó  una semana antes con un par de muestras de bipartidismo: el "encuentro" de Blair House el 25 de febrero con los Republicanos, seguido cinco días más tarde de unas cuantas concesiones a los Republicanos como gesto de mala manera. 

Puesta en escena es el término en juego. Entre las contadas sugerencias Republicanas que el Presidente Obama aparentó querer incorporar se encuentra la reforma del sistema de responsabilidad civil. ¿Qué sugiere él para hacer frente a la epidemia de la medicina de diagnóstico múltiple para protegerse de negligencias que un estudio del Colegio de Médicos de Massachussets demuestra que conduce a que alrededor del 25 por ciento de las derivaciones médicas, los chequeos y las pruebas se realicen sin ninguna razón médica? Unos pocos programas ridículamente insignificantes de evaluación de pruebas que equivalen a la mitad de la centésima parte del 1 por ciento del coste del proyecto de reforma de Obama. 

En cuanto al seminario de Blair House, su calidad teatral fue evidente incluso antes de empezar. Los Demócratas ya habían decidido decantarse por un anteproyecto puramente partidista. Obama dio muestras de esa intención precisamente al final del numerito del encuentro - y después lo dejó radicalmente claro apenas seis días después en su discurso televisado acerca de la sanidad número 35: va a imponer la disciplina de partido.

Por desgracia para los Demócratas, ese ejercicio televisado de siete horas de duración tuvo el efecto imprevisto de demostrar no sólo que los Republicanos llevan muy preparada la materia, sino que también, como hasta Obama se vio obligado a admitir, que plantean objeciones fundadas -- refutando la omnipresente cantinela de Demócratas y medios de comunicación que dice que la oposición Republicana no es sino partidismo nihilista. 

Los Republicanos lo hicieron tan bien, en la práctica, que en su exposición Obama no pudo más que sugerir que su reforma sanitaria era realmente popular porque cuando se pregunta a la gente por elementos individuales (eliminar la responsabilidad de un seguro por enfermedades anteriores a la firma de una póliza por ejemplo, o limitar los gastos individuales que debe abonar el asegurado) está a favor. 

Pero sorprendentemente se oponen al paquete entero. ¿Cómo puede ser? 

Permítame que se lo aclare. Imagine un proyecto de ley que concede a todo estadounidense un helado gratis proporcionado por el gobierno federal cada domingo por la mañana. Disposición 2: filete de carne los lunes, también a domicilio. Disposición 3: una docena de rosas rojas todos los martes. Va pillando la idea. ¿Sería popular cada disposición individual de la legislación en las urnas? "¡Por supuesto.

Sin embargo (la vida es un prado de salvedades) supongamos que estas disposiciones estuvieran agrupadas de manera inseparable en un anteproyecto que también regulara la forma en que se financian y administran los regalos -- digamos, medio billón de dólares en impuestos nuevos, medio billón en recortes a Medicare (recortes para que Medicare siga solvente (BEG ITAL)no(END ITAL), sino para pagar el helado, los filetes y las flores), 118 comisiones y juntas administrativas nuevas para regular el reparto, y reglamentos públicos que dictan, por ejemplo, la forma en que debe cocinarse su filete. ¿Qué popularidad tendría esto en las encuestas?

 Tal vez algo como 3 a 1 en contra, que es donde sitúa la encuesta más reciente de la CNN la opinión de la ciudadanía de los presentes proyectos Demócratas de reforma sanitaria. 

A finales del año pasado, los Demócratas estaban maravillados de lo cerca que estaban de la histórica reforma sanitaria, observando el gran acuerdo que se había alcanzado entre tantas formaciones. El único detalle pendiente era cómo sufragarla. 

Bueno, sí. Ese ha venido siendo en general el problema de la gobernabilidad Demócrata: el coste. La desagradable ausencia de cosas gratuitas.

Que es lo que empujó hasta al partidario convencido de Obama Warren Buffett a hacer pública su opinión de que el proyecto actual del Senado, aunque mejor que nada, es un fracaso porque el país necesita desesperadamente controlar el gasto y el anteproyecto no lo controla. El consejo de Buffett sería volver a empezar y hacerlo bien. 

Obama ha elegido otra cosa, no obstante. El tiempo para el debate ha terminado, declaró el conductor en jefe de los seminarios de la nación. El hombre que prometió desandar los derroteros de Washington ha dado orden al Congreso de aprobar el Obamacare como sea, por un voto si es necesario, en el marco de la herramienta parlamentaria conocida como "reconciliación presupuestaria". El hombre que se postuló como el post-partidista está decidido a rehacer la sexta parte de la economía estadounidense a pesar de la ausencia del apoyo de un solo Republicano en cualquiera de las cámaras, la primera vez que algo de este calibre y alcance se ha promulgado por disciplina de partido escrupulosa. 

¿Sorprendido? Sólo podrá desilusionarse si antes estuvo ilusionado.

© 2010, The Washington Post Writers Group

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