El problema no es Toledo, sino el indulto
Vie, 12/03/2010 - 05:38
El tsunami en torno al indulto a José Enrique Crousillat viene siendo deliberadamente empujado en dirección de Alejandro Toledo. ¿Va a funcionar? En parte sí, porque Toledo considera provechoso contestar todas las pelotas que se acercan a su cancha. Por esa vía puede terminar aportando algunos bocadillos para la campaña.
Pero el núcleo del argumento en su contra es feble: un desmedido interés presidencial por la suerte de los canales de TV. Haría mal un presidente en no mostrar interés, pero de allí al delito hay un salto que se tiene que demostrar. Por lo pronto el público proceso del Canal 4 en Indecopi desmiente las primeras acusaciones a Toledo.
La preocupación de Toledo por el tema nació de las sostenidas campañas que llevaron en su contra desde la primera hora los dueños de canales vinculados a Vladimiro Montesinos. Recordemos que la condición delictiva de Crousillat y de Ernesto Schutz por un tiempo no les impidió seguir disfrutando de una amplia libertad de prensa.
Los llamados (también desde esta columna) a revocar ambas licencias en vista de que ellas habían sido instrumentos para cometer los delitos no fueron escuchados en Palacio. Incluso es verdad sostenida que Toledo tuvo sendas reuniones con los dos broadcasters, poco antes de que estos fugaran. Uno de ellos sigue en el extranjero.
No descartemos, en consecuencia, que Toledo se haya ajetreado en tener algo que ver con el destino de los canales que pusieron en marcha cinco años de bajo rating político. Hay testimonios de su condición de ansioso metiche, pero a la fecha ninguno que lo sindique con pruebas como un operador ilegal en el sector de los medios.
¿Por qué Toledo se ha vuelto un chivo investigatorio ahora? La explicación más a la mano es que está disponible para distraer de la patinada del gobierno. En cambio cuesta creer que la movida sea para frenar su marcha hacia la reelección. Quedémonos con la idea de que es un intento de cobrarle cinco años de sostenido hostigamiento a García.
Al final lo que salvará a Toledo de una ordalía en regla ante el Congreso será el tema de la libertad de prensa. No hay manera de lanzarse contra Toledo sin que ello sea visto como un ataque frontal contra un conjunto de medios independientes. Por eso el gabinete ha salido a dejar sin piso el celo investigador del ministro Aurelio Pastor.
Mientras tanto van pasando los días y el escándalo del indultado y su juicio penal no tiene visos de resolverse. El chequeo médico ya podría haber arrojado un dictamen, y el fiscal del caso ya podría haberse pronunciado. Sería un error esperar que este asunto se apague solo. La demora no
Pero el núcleo del argumento en su contra es feble: un desmedido interés presidencial por la suerte de los canales de TV. Haría mal un presidente en no mostrar interés, pero de allí al delito hay un salto que se tiene que demostrar. Por lo pronto el público proceso del Canal 4 en Indecopi desmiente las primeras acusaciones a Toledo.
La preocupación de Toledo por el tema nació de las sostenidas campañas que llevaron en su contra desde la primera hora los dueños de canales vinculados a Vladimiro Montesinos. Recordemos que la condición delictiva de Crousillat y de Ernesto Schutz por un tiempo no les impidió seguir disfrutando de una amplia libertad de prensa.
Los llamados (también desde esta columna) a revocar ambas licencias en vista de que ellas habían sido instrumentos para cometer los delitos no fueron escuchados en Palacio. Incluso es verdad sostenida que Toledo tuvo sendas reuniones con los dos broadcasters, poco antes de que estos fugaran. Uno de ellos sigue en el extranjero.
No descartemos, en consecuencia, que Toledo se haya ajetreado en tener algo que ver con el destino de los canales que pusieron en marcha cinco años de bajo rating político. Hay testimonios de su condición de ansioso metiche, pero a la fecha ninguno que lo sindique con pruebas como un operador ilegal en el sector de los medios.
¿Por qué Toledo se ha vuelto un chivo investigatorio ahora? La explicación más a la mano es que está disponible para distraer de la patinada del gobierno. En cambio cuesta creer que la movida sea para frenar su marcha hacia la reelección. Quedémonos con la idea de que es un intento de cobrarle cinco años de sostenido hostigamiento a García.
Al final lo que salvará a Toledo de una ordalía en regla ante el Congreso será el tema de la libertad de prensa. No hay manera de lanzarse contra Toledo sin que ello sea visto como un ataque frontal contra un conjunto de medios independientes. Por eso el gabinete ha salido a dejar sin piso el celo investigador del ministro Aurelio Pastor.
Mientras tanto van pasando los días y el escándalo del indultado y su juicio penal no tiene visos de resolverse. El chequeo médico ya podría haber arrojado un dictamen, y el fiscal del caso ya podría haberse pronunciado. Sería un error esperar que este asunto se apague solo. La demora no
No hay comentarios:
Publicar un comentario