El 'boom' de la extorsión
Aunque no aparece en los reportes oficiales ni en los análisis elaborados por los especialistas, una de las actividades que más auge ha cobrado a raíz del crecimiento económico es la extorsión. No existen cifras globales que permitan tener una idea de los montos que se manejan; sin embargo, la reciente revelación hecha por este Diario de que las bandas ligadas a la construcción civil exigen el 1% del valor de las obras confirma la existencia de un importante flujo de dinero. Hay, en definitiva, varios millones de dólares en juego.
No mienten aquellos que señalan que el principal aliado de las mafias es el miedo. Pero más peligroso aun es cuando el horror y la destrucción que generan es absorbido por la cotidianidad. Hace un par de días, mientras el presidente que afirma fue burlado se honraba de haber compartido un temblor con el pueblo chileno, una granada lanzada por desconocidos destrozó el frontis de la vivienda de un empresario chiclayano que había cometido la osadía de negarse a pagar un cupo. El hecho mereció escasos minutos en los noticieros y un espacio breve en los diarios y medios electrónicos. Lo mismo suele ocurrir con los buses incendiados en las carreteras norteñas o los tiroteos entre bandas rivales que aterrorizan barrios completos. Su recurrencia les quitó carácter noticioso. Para la impunidad, por supuesto, es una excelente noticia.
Semanas atrás, el representante de una inmobiliaria me contaba que ni el pago de cupos a los sindicatos lo libraba de ser víctima de alguna acción violenta. "Tengo que contratar a un policía para que cuide la obra. Los sindicatos rivales a veces vienen a hacer problemas", decía. La coima a los dirigentes se encuentra dentro de su estructura de costos. Datos del sector calculan que estos pagos encarecen las obras entre un 2% y 3%.
Solo en lo que va del año diez personas han muerto producto de las pugnas entre las mafias de construcción civil. La cifra llega a 50 si tomamos los últimos dos años. Y las víctimas no son solo obreros: a principios de mes, un tiroteo dejó malheridas a una anciana y su nieta. Como no hay distrito donde no se construya, la ocurrencia de estos hechos se ha "democratizado". Si hay una obra cerca a su casa, lo mejor es caminar con cuidado.
Desde la comodidad de nuestro hogar resulta fácil exigir a los empresarios extorsionados que venzan el miedo y denuncien a estos delincuentes. Estoy seguro de que muchos de ellos están dispuestos a hacerlo, ¿pero de qué vale exigirles si no tienen una autoridad que los respalde? ¿Cómo pedirles que pongan el pecho ante quienes incendian sus negocios, atacan sus casas o hieren a sus familiares si pese a estar identificados los "padrinos" que manejan estos grupos gozan de la más absoluta impunidad?
En el plano de la construcción, la policía ha creado la División de Protección de Obras Civiles, pero, como era de esperarse, carece de recursos para realizar un trabajo eficiente. ¿Hay interés real en acabar con esta lacra? Las denuncias sobre escuadrones de la muerte en Trujillo deberían ser tomadas como una alarma. Con tanto dinero en el medio, este problema puede degenerar.
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