domingo, 12 de diciembre de 2010

Palabras valientes

SE ME PERDIO VARGAS LLOSA

Hoy perdí. Cuando alguien me hablaba de Vargas Llosa les respondía: "No me gusta como escribe,  después de "La ciudad y los perros" he encontrado que sus descripciones son minuciosas, aspiran perfección pero se dedica a lugares que ya conozco, a personajes que son fáciles de adivinar y no encuentro innovación. No tiene la creatividad de García Márquez, la dulzura de Brice Echenique, la ironía y sorpresa de Julio Cortázar, la síntesis ni la imaginación de Borges, ni me atrapa como Irving Wallace, ni sus palabras son tan lindas como las que usa Humberto Eco. Es cierto que "Pantaleón y las visitadoras" me hizo reír, pero la verdad, le tengo algo de lejanía porque no me gustó cómo criticaba al chino y todo porque le ganó en las elecciones del 90. Además, me parece muy snob, y siento que se cree algo superior con sus poses de ciudadano de primer mundo, y ni hablar de sus comentarios políticos que los recita como si dentro de ellos hubiera infalibilidad en su estado más puro".

Sin embargo, debo admitir que ese Vargas Llosa se me ha perdido, se me fue entre sus lágrimas de peruanito, en la forma preciosísima en que habla de su mujer, en su familia rodeándola con amor y sin su pan con jamonada "aunque sea" antes de la entrega del  Nobel. El, Vargas Llosa se me perdió entre la multitud del mundo que dice que lo quiere, que es grande, que buen escritor, que Marito, que abuelito. Hasta la televisión, gran y querida amiga de la noche, me susurraba lo bueno que es.

Y ahora volteo para protestar en que parte de mi pasado estuvo el error, porque ahora creo que es un escritor prolífico, un hombre que salió de la clase media y en base a disciplina y maneras autoaprendidas está en la clase alta de la clase más alta del planeta y lo hace tan sencillamente, tan modestamente que encanta. Que hombre tan sensible, tan desprendido y sobre todo tan agradecido. Ahora hasta me parece que hubiera visto a ese niño caminando entre la realidad y la ficción cuando descubría apenas la lectura. Se me perdió Vargas Llosa irremediablemente para dejarme a Marito el Gran hombre no del primer mundo sino de todos los mundos, el de Uchuraccay y la calle Capón, paseando por Inglaterra, abrigándose en Estocolmo, oliendo al Mar de Barranco, escondido bajo la linterna escribiendo cartas de amor para la venta en el Leoncio Prado.

A veces es bueno estar vivo y sentirse equivocado, hoy cuando lo perdí me encontré llorando de felicidad por este peruano de todos los tiempos, con este hacedor de palabras y con el gran hombre que todos también deberíamos ser.

Dr. César A. Espinoza Wong

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