Hacia un nuevo espacio del conocimiento
La globalización es un signo de nuestros tiempos. Afecta las economías de todos los países y a sus diversos sectores productivos.
La educación no puede escapar ni continuar indiferente a ese colosal impulso.
En general, la globalización significa ampliación de mercados y oportunidades más allá de las fronteras. En la educación superior supone nuevos espacios para la distribución y el intercambio de conocimientos, más allá de las restricciones que hasta ahora la limitan.
La edificación de la Unión Europea hoy tiene como objetivo lograr el Espacio Europeo de la Educación Superior.
La Estrategia de Lisboa y el Proceso de Bolonia, iniciado en 1999, se proponen agilizar las reformas institucionales que requieren los distintos países (transferencias de créditos académicos, estructuras educativas homogéneas de grado y posgrado, sistemas de acreditación de la calidad, calificación de competencias profesionales, etc.), a fin de hacer efectivo el intercambio de docentes y estudiantes.
En América Latina deberíamos sentir un apremio similar por reformas afines. Se requiere construir un espacio para el desenvolvimiento y movilidad del conocimiento a través de una gradual pero inexorable integración académica. Sobre todo si queremos que el conocimiento sea también para nosotros un eficiente factor de producción y de generación de riqueza.
Así lo comprendió el II Encuentro de Rectores (el primero fue en Sevilla, en 2005), que en las últimas semanas se reunió en Guadalajara —por iniciativa de Universia, organización creada y desarrollada por el Grupo Santander—, bajo la convocatoria "Por un espacio iberoamericano del conocimiento socialmente responsable".
En un acontecimiento sin precedentes, 985 rectores y representantes de un total de 1.057 universidades —34 de las cuales eran peruanas, 14 de Lima y 20 de provincias— se dieron cita para tratar temas como los desafíos de la universidad ante un mundo en cambio, la internacionalización y la movilidad universitarias, nuevos alcances y formas de la actividad docente, la investigación en común, la innovación y la transferencia del conocimiento, o la formación de profesores e investigadores. Todo ello en torno a la construcción del Espacio Iberoamericano del Conocimiento (EIC).
El encuentro fue precedido por 11 ponencias a cargo de rectores, que recibieron comentarios enriquecedores de decenas de rectores, en un ejercicio de participación interactiva facilitada por los recursos digitales disponibles.
A diferencia de lo usual en estas megarreuniones, en Guadalajara sí se alcanzaron conclusiones efectivas y tangibles.
Así, el Espacio Iberoamericano del Conocimiento (EIC) ha quedado definido como un proceso de convergencia y reconocimiento de estudios y titulaciones profesionales, que pasa por un programa de movilidad e intercambio con convalidaciones instituidas, un sistema de evaluación y acreditación de la calidad y un impulso de las redes de investigación para el desarrollo conjunto de proyectos, la formación de profesores y doctores, y la transferencia del conocimiento.
Las iniciativas y acciones buscarán que la universidad tome conciencia de sí misma a través de su definición como comprometida (dimensión social), sin fronteras (movilidad e internacionalización), formadora (calidad docente y renovación de la enseñanza), creativa e innovadora (en la creación y transferencia del conocimiento) y eficiente (responsabilidad social en el manejo de sus recursos).
Estos cambios —de fondo y no solo de forma— nos recuerdan que tienen que ser asumidos por las universidades, no por los gobiernos.
No se puede cambiar a la universidad desde fuera.
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