viernes, 2 de abril de 2010

de Moral

Carlitos, he leído con gran alegría el escrito de tu amigo, el Dr. Quiche. Y, claro, como toda buena lectura, motiva comentarios, descrepancias, asociaciones de ideas, en fin. De moral y de ética en pediatría. La imagen, por ejemplo, del arquero y la cita de Aristóteles: Busca el arquero, con los ojos, un blanco para sus flechas, y ¿no lo buscaremos para nuestras vidas? que suena casi como una recriminación, como la irresponsabilidad de pasar la vida sin objetivos, disparando sin blanco preciso.  Por otra parte, el mestro Kahlil Gibran en su poema "Los hijos" dice:
 "Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia adelante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os arquea con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana".
Se entiende que el arquero es Dios.
Pero  el arquero de Aristóletes, al parecer, es el propio individuo y la flecha su destino, su vida, pero él, el individuo, es capaz de dirigirla ¿no?.
Luego Quiche sitúa al nacimiento como  el hecho más crítico, más emocionante y dramático del historial clínico del ser humano. Pueda ser. Sánchez, Luis Alberto, decía que el hombre es lo que le ha dado o le ha negado su infancia.
Pero en donde discrepo con el colega es cuando coloca  a los valores como guirnaldas que adornan el árbol del quehacer médico. Creo que más bien son la savia.
Los errores médicos serán siempre parte de nuestro paisaje. Creo que Anatole France decía que toda acción conlleva el germen del error. Y tenía razón. Y por eso mismo la vanidad es tan brutalmente pisoteada en nuestra vida. Pobre vanidad. Y acá me acuerdo de Fabio, de Leonardo: Vanidad, déjame al menos que llore...
La diferencia entre la moral y la ética siempre ha resultado muy confusa para mi. Tanto que lo daba por sinónimos para evitarme "paltas". Me alegré, por eso, cuando leí en el texto de tu amigo la metáfora de la colega ecuatoriana: Si estamos en medio de la floresta y tenemos una brújula, la ética nos indicará si debemos ir al sur o al norte; la moral nos dirá la forma de hacerlo, y si se puede hacer. Pero esto que me parecía aclarado se torna confuso cuando tu amigo vuelve a dicir que la ética puede coincidir o no con la moral.
Bien maestros, un abrazo y mis deseos por leerlos nuevamente. Espero disculpen el atrevimiento de esta rápida nota.
Angel Gavidia
 
 
Si mi estimado Angel, nuestras vidas se construyen dia a dia con un conjunto de arcos, flechas y blancos. De la fortaleza del arquero, la tenacidad del arco, la calidad de la flecha y el blanco propuesto depende entonces la historia de nuestras vidas: triunfos y fracasos inevitablemente, pero a la vez necesarios, pues de todos ellos aprenderemos. El último blanco creo es, morir dignamente. Gracias por escribir.... el texto de Aristóteles no es facil de leer, pero José nos ha impulsado a revisarlo una vez más.
Un fuerte abrazo a todos:
 
 
         Carlos Alberto Morales Paitán 
    Pediatra - Hospital del Niño - Lima, Perú - Mobile:  999-185-042
            Acceso directo a mi Blog:  www.karlmoralesp2010.blogspot.com/
 
 
El 31-mar-10, a las 00:07, "Carlos A. Morales P." <karlmoralesp@yahoo.com> escribió:

 
DE MORAL Y DE ÉTICA EN PEDIATRÍA
 
En el comienzo de su libro "Ética a Nicómaco" dice Aristóteles:"Busca el arquero con los ojos un blanco para sus flechas, y ¿no lo buscaremos para nuestras vidas?". El símbolo del arquero ha figurado en toda la historia de la filosofía. El arquero representa la estabilidad y simboliza al progenitor; el hijo es la saeta que cruza veloz el espacio, iniciando una carrera. El término carrera se ha convertido en sinónimo de vida humana. Agotadora carrera que empieza y termina en el tiempo, librada en la inmensa arena de la vida; y es deber de la sociedad organizada, crear las condiciones para que todo ser humano pueda llegar triunfante al final de esa justa vital. Sólo el hombre fabrica su vida y llega ser lo que Es, mediante un continuo quehacer. El hacer del hombre es un correr. Y esa carrera es la raíz y entraña de su existencia.
 
Los factores puestos en juego para afirmar el éxito inician su acción desde antes del nacimiento, y durante éste, que es el hecho mas crítico, emocionante y dramático en el historial clínico de un ser humano. De breve duración, pero su evolución normal es decisiva para un adecuado desarrollo ulterior comprendiendo los períodos de la niñez y adolescencia. La vigilancia cuidadosa, responsable y persistente de que se ofrezcan buenas prácticas profesionales, basadas en una competente formación académica, estricta disciplina institucional; soportados por el conocimiento y práctica de un código de ética establecido por acuerdo colegiado, con bases sólidas y de frecuente revisión, debe ser preocupación permanente de las autoridades de salud. Una de ellas convocar a profesionales de primera calidad en todas las especialidades médicas, así como en las profesiones de apoyo.
 
Líder indiscutible es el médico pediatra quien en esencia debe ante todo cumplir con ese viejo adagio que dice que para ser médico hay que ser un hombre bueno. Se convierte en el responsable de cumplir el sagrado deber de cuidar el capital humano del país, que se traducirá en hombres bien formados física, espiritual y moralmente. Esto conlleva a todo médico dedicado a niños a cultivar la bondad, simpatía, compasión, comprensión, honradez; que conforman sus valores. Los valores son como las guirnaldas que adornan un árbol de tallo recto, follaje frondoso, siempre en floración, figurando éste la moral del médico: su insobornable disposición a las buenas acciones; que no se la enseñaron en ninguna escuela o universidad, sino en el hogar paterno; le vienen de casa.
 
La moral se asocia a la ética que es la entidad filosófica encargada de discernir entre lo bueno, lo correcto, lo justo, lo apropiado frente a los conceptos opuestos, lo malo, lo incorrecto, etc. Una ilustrativa y pedagógica metáfora nos la brinda una autorizada colega ecuatoriana: Si estamos en medio de la floresta y tenemos una brújula, la ética nos indicará si debemos ir al sur o al norte; la moral nos dirá la forma de hacerlo, y si se puede hacerlo. La moral se sustenta en normas, deberes; es de origen externo e impuesta por tradición y costumbre. La ética es conceptual, su origen es interno. Tiene un carácter personal, íntimo. Puede coincidir o no con la moral. No son sinónimos. No se puede decir que la moral es la ética aplicada.

No estamos libres de errores los médicos, siendo seres humanos. Por otro lado. la profesión al ejercerse no está exenta de riesgos, los que debemos con honestidad comunicar a los padres y compartir responsabilidades; no temiendo decir un NO cuando a nuestra conciencia la hagamos libre partícipe de una decisión y tener la hidalguía de ceder nuestro lugar a un colega más entrenado, con la experiencia necesaria que asegure el éxito o disminuya el margen de error.
 
Cumpliremos así con el milenario mandato hipocrático de "primero no hacer daño". Habremos obrado con buen juicio; es decir, ante un problema saber qué actitud tomar, dando paso a que el paciente, en manos expertas, se beneficie con la habilidad, que es saber cómo hacer algo, y la virtud que, finalmente, es llevarlo a cabo con resultados óptimos. Obtendremos la gratitud de los padres; la tranquilidad, que en un ser humano con libre conciencia es invalorable, y un triunfo mas sobre nuestra vanidad - cualidad diferente al amor propio - que es casi siempre mala consejera; renovando así la privilegiada condición de ser médico. Con la íntima convicción que del ver al hacer se tiende un largo puente de aprendizaje que debemos recorrer.

El arte clínico, invalorable y singular patrimonio del médico, alcanza su expresión y grado mas sutil e ingenioso, al abordar el pediatra a su pequeño paciente, ya que combinando técnica, intuición e intelecto, mediante un extraordinario y delicado proceso mental que incluye análisis y síntesis, arriba a un diagnóstico, sustentado en el estudio y la experiencia.
 
Si se añaden al acto médico la cortesía, gentileza y amabilidad, preciosos dones que a la calidad le agregan calidez se alentará la confianza de los padres en los especialistas en niños, al punto de verlos como agentes divinos, y a la vez en la institución, templo depositario de su saber. Pero esto, que cuesta tanto lograr, se puede ir perdiendo cuando se aplican en la atención médica la prisa y la impersonalidad de la vida citadina.

Sólo avizorando nuestro rico pasado histórico pediátrico nacional, jalonado de experiencias de quienes nos precedieron en el ejercicio de esta apasionante profesión; únicamente así llegaremos a aprender la modestia y austeridad que tanta falta nos hace. Comprenderemos tantas verdades que llegaremos a amar nuestra labor, y así amaremos a nuestros pacientes. Convencidos que el que tiene más probabilidades de éxito no es el que ejerce la carrera sometido a deber y obligación; sino el que la ejerce con mayor imaginación y entusiasmo, sin temor al castigo ni amor al premio; simplemente gozando la estimulante aventura de lo que debe hacer, y hacerlo espléndidamente bien.

José Quiche Rosales
 
 
La moral y la ética son abordados de manera literaria, casi poética diría yo por nuestro querido amigo JoseWalter. Teniendo como fondo la obra "Ética a Nicómaco" de Aristóteles, recientemente enviado por éste su servidor, veo que José lo ha asimilado in extenso y nos brinda este ensayo que más bien parece una ELEGIA al pediatra haciendonos sentir que no nos hemos equivocado de profesión. ¡Cuanta responsabilidad descansa en nuestras manos!.... pareciera que el destino nos ha brindado esta tarea y será él tambien quien nos juzgue finalmente.
Un abrazo a todos y gracias a JW por habernos deleitado la mente y el espíritu.

 

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