domingo, 28 de febrero de 2010

La ciudad insvisible


La ciudad invisible

27 de Febrero del 2010

LIMA | Había una ciudad de escaleras amarillas que miran a los cerros y skateparks enrejados que miran al océano. Una ciudad infame sin un medio de transporte masivo que la atraviese y movilice a sus grises habitantes que hacen honor al color del cielo bajo el que nacieron. Una ciudad viciada por el caos de obras sin concluir y presupuestos sin auditar. Aquella ciudad es regida por un gobernante caracterizado por su silencio indolente, pero con el poder de haber enajenado a sus gobernados, quienes lo apoyan incondicionalmente, y lo alzan como el futuro gobernante de todo el reino. En aquella ciudad el silencio gobierna la ceguera.

Debajo de aquella ciudad vive otra, una ciudad virtual, invisible. Una ciudad formada por disidentes que han logrado mantener el sentido de la vista, pero que carecen de las habilidades para comunicarse entre sí, salvo por señales electrónicas que, en su idioma propio, llaman twitter. Protegiendo su verdadera identidad bajo seudónimos distractores, los rebeldes de la ciudad invisible buscan enfrentar el orden del monarca silente a través de mensajes de menos de 140 caracteres. Estos son enviados en insospechadas horas del día desde los lugares más insólitos (sótanos, azoteas, campanarios, zoológicos) y circulan y rebotan por la ciudad real, buscando captar nuevos adeptos a la causa subversiva.

Pero la posibilidad de la caída del monarca silente es todavía una utopía.

La promesa de un orden alternativo, al que llaman "democracia participativa", es tan lejano como los límites del reino. Las batallas que se libran son muchas: "iniciativas ciudadanas", "campañas cívicas", "comunicados de ciudadanos" llenos de indignación. Pero las armas de los rebeldes son tan inútiles como un post de ayer, como un blog sin updates, un facebook sin amixers, como un twitter sin followers. No cuentan con la efectividad de la legitimidad ganada en elecciones, no emplean los caminos que alguna vez abrieron (rendición de cuentas, revocatorias), pero sobre todo, son una minoría desarticulada en el mundo real. Son un 0.5% Soy un forastero que un día emigró, pero que desde hace un tiempo he entrado en contacto con las redes sociales de los rebeldes. Sus nubes de mensajes repiten incansablemente las siguientes palabras: "Castañeda, Masías, Kouri, Castañeda, Masías, Kouri�"; pero las noticias de la ciudad silente son otras: habitantes orgullosos de su urbe y de su gobernante.

No sé a quién creerle: ¿A los rebeldes del mundo post-material que luchan por consignas como "espacio público" o a los felices y "enajenados" habitantes de un mundo material de escaleras solidarias y piletas saltarinas? ¿A quién le cree usted?

Carlos Melendez


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