El 'far west' de la política y la justicia
No es una sorpresa: en el Perú hemos aprendido a respetar las reglas de juego de la macroeconomía y a descuidar, terriblemente, las de la política y la justicia.
Lo hacemos, además, sin la menor preocupación ni el menor arrepentimiento.
Reconocemos la existencia indiscutible de una autoridad sobre el sistema monetario y sentimos la ausencia de otra sobre el sistema político y el sistema judicial.
Vemos así un crecimiento económico expectante sobre un piso político y jurídico absolutamente endeble.
Entre otras cosas, no estamos construyendo el mediano ni el largo plazo que el país reclama, porque la hipoteca política y jurídica se da de cabezazos con el corto plazo
Hemos retrocedido, en la política y en la justicia, a las reglas del lejano oeste norteamericano, del "far west" que creíamos una leyenda agotada. Se ha instalado entre nosotros, como en una película, el bandolerismo sin escrúpulos que no reconoce dónde comienzan los derechos de los demás y el "sheriff" elegido extrañamente que no sabe ser ni policía ni juez porque en el fondo es tan rufián como aquel al que dice perseguir.
Pocos de los partidos políticos inscritos pueden probar su existencia real y efectiva. No hay nada en la ley que les exija demostrar cuánto representan a sus militantes y de qué manera están presentes territorialmente.
No puede concebirse, pues, que las actividades comerciales, económicas y financieras tengan regulaciones tan estrictas, inclusive tributarias, y que las políticas, que constitu
El 'far west' de la política y la justicia
No es una sorpresa: en el Perú hemos aprendido a respetar las reglas de juego de la macroeconomía y a descuidar, terriblemente, las de la política y la justicia.
Lo hacemos, además, sin la menor preocupación ni el menor arrepentimiento.
Reconocemos la existencia indiscutible de una autoridad sobre el sistema monetario y sentimos la ausencia de otra sobre el sistema político y el sistema judicial.
Vemos así un crecimiento económico expectante sobre un piso político y jurídico absolutamente endeble.
Entre otras cosas, no estamos construyendo el mediano ni el largo plazo que el país reclama, porque la hipoteca política y jurídica se da de cabezazos con el corto plazo
Hemos retrocedido, en la política y en la justicia, a las reglas del lejano oeste norteamericano, del "far west" que creíamos una leyenda agotada. Se ha instalado entre nosotros, como en una película, el bandolerismo sin escrúpulos que no reconoce dónde comienzan los derechos de los demás y el "sheriff" elegido extrañamente que no sabe ser ni policía ni juez porque en el fondo es tan rufián como aquel al que dice perseguir.
Pocos de los partidos políticos inscritos pueden probar su existencia real y efectiva. No hay nada en la ley que les exija demostrar cuánto representan a sus militantes y de qué manera están presentes territorialmente.
No puede concebirse, pues, que las actividades comerciales, económicas y financieras tengan regulaciones tan estrictas, inclusive tributarias, y que las políticas, que constituyen una decisiva fuente de toma de decisiones desde el poder municipal, regional, parlamentario y presidencial, carezcan de las más fundamentales, como la de transparentar sus actos y omisiones.
Los mecanismos de control y fiscalización de la administración judicial vigentes no hacen nada por desentrampar la telaraña burocrática que permite que jueces ineficientes y corruptos se muevan con total impunidad en los tribunales, hasta con pistola en mano.
Si para recobrar la quiebra fiscal el país necesitó de un brutal "shock" de sinceración de precios, ¿se atrevería Javier Villa Stein a imprimir un "shock" de limpieza en las cortes civiles y penales, allí donde a él, tan perspicaz que es, le es perfectamente visible quién sirve y quién no? En el Perú sobran pantalones bien puestos (contando los de Mercedes Aráoz) para blindar la economía, la moneda y el presupuesto. Pero escasean a la hora de poner orden en la política y en la justicia. ¡Quién debe ponérselos aquí?
Insistimos en demandar liderazgos como los de Hugo Sivina en el Jurado Nacional de Elecciones y Javier Villa Stein en el Poder Judicial, llamados a devolverle la confianza a la gente en los tribunales y en el buen gobierno, antes que el antisistema acabe con los últimos valores institucionales que nos quedan y nos prometa lo de siempre: pan, circo, robo e impunidad.
yen una decisiva fuente de toma de decisiones desde el poder municipal, regional, parlamentario y presidencial, carezcan de las más fundamentales, como la de transparentar sus actos y omisiones.Los mecanismos de control y fiscalización de la administración judicial vigentes no hacen nada por desentrampar la telaraña burocrática que permite que jueces ineficientes y corruptos se muevan con total impunidad en los tribunales, hasta con pistola en mano.
Si para recobrar la quiebra fiscal el país necesitó de un brutal "shock" de sinceración de precios, ¿se atrevería Javier Villa Stein a imprimir un "shock" de limpieza en las cortes civiles y penales, allí donde a él, tan perspicaz que es, le es perfectamente visible quién sirve y quién no? En el Perú sobran pantalones bien puestos (contando los de Mercedes Aráoz) para blindar la economía, la moneda y el presupuesto. Pero escasean a la hora de poner orden en la política y en la justicia. ¡Quién debe ponérselos aquí?
Insistimos en demandar liderazgos como los de Hugo Sivina en el Jurado Nacional de Elecciones y Javier Villa Stein en el Poder Judicial, llamados a devolverle la confianza a la gente en los tribunales y en el buen gobierno, antes que el antisistema acabe con los últimos valores institucionales que nos quedan y nos prometa lo de siempre: pan, circo, robo e impunidad.
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