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La defensa nacional hoy
La defensa nacional es un concepto integral. No hay proceso de desarrollo aislado de la defensa nacional. No se puede pensar en defensa nacional separada del desarrollo. Ambas deben avanzar de modo convergente, complementándose, hacia los mismos objetivos: las metas nacionales. Esto lo observamos claramente en los países que son potencias mundiales y hoy en los países emergentes tales como Brasil, Rusia, India y China. En el caso sudamericano vemos también que Chile, como política de Estado fortalece sus fuerzas armadas, concurrentemente con los logros en su desarrollo.
Un país que pretende alcanzar un nivel de "potencia intermedia" en el concierto mundial, como puede y debe ser el Perú, basado en su gran potencial de recursos y en su privilegiada ubicación central en el Pacífico Sur, necesita apoyar su esfuerzo vital de desarrollo con medidas coherentes y apropiadas de seguridad nacional en todos los campos: económico, político, psicosocial y militar.
A pesar de la evidencia de estos conceptos, sucesivos gobiernos del Perú a partir de 1980, han venido desatendiendo inexplicable y sistemáticamente a las Fuerzas Armadas y a los sistemas de defensa nacional, poniendo en ostensible debilidad la seguridad del país ante peligros y amenazas tanto internos como externos.
Es difícil entender cómo esto puede haber ocurrido en un país como el Perú cuya historia y consideraciones geopolíticas señalan, con la mayor evidencia, la necesidad ineludible de acompañar el esfuerzo de desarrollo con una apropiada y equilibrada seguridad nacional. Basta recordar que durante el período de la República, el Perú ha perdido una extensión territorial equivalente a la suma de los territorios de Ecuador, Uruguay y Guyana, aproximadamente 600.000 km2.
Las circunstancias actuales de inestabilidad y desequilibrio que se viven en el mundo y en el contexto continental, exigen el replanteamiento de nuestra estrategia de defensa nacional de modo integral, y, como consecuencia, disponer y conducir el repotenciamiento y modernización de nuestras Fuerzas Armadas. Simultáneamente es exigible satisfacer los requerimientos humanos de subsistencia y de vida de sus componentes, situación esta última que ha llegado a niveles deprimentes que el Gobierno debe resolver teniendo en cuenta que la profesión militar tiene características específicas que es necesario considerar a fin de mantener los incentivos que animen a los peruanos a iniciarse y perseverar en ella.
En adición a su obligación primordial de defender la integridad territorial, la independencia del Perú y su soberanía, sus Fuerzas Armadas, si estuvieran bien dotadas de los medios apropiados, podrían afrontar las nuevas amenazas a la seguridad como es, entre otras, el terrorismo; garantizar el resguardo del mar peruano, apoyar acciones de desarrollo sobre todo en aquellos lugares distantes o incomunicados donde no suele llegar la acción del Estado, estar plenamente capacitadas para prevenir y reaccionar en casos de catástrofes naturales y participar en operaciones internacionales de paz.
Importante resulta, como marco general de estas reflexiones, combatir el prejuicio, muy arraigado, que suele confundir la norma constitucional de que las Fuerzas Armadas no son deliberantes con la creencia de que a sus integrantes, debidamente jerarquizados, les está vedado pensar y opinar sobre asuntos institucionales y nacionales que se relacionan con la defensa nacional. No deliberar significa, en la noción democrática, que no deben intervenir directamente en la política por la obvia razón de que la sociedad les ha entregado el monopolio de las armas y que el peso de ellas no debe jugar un papel en las discusiones políticas de los ciudadanos y en las decisiones de los poderes del Estado.
Como consecuencia del falso concepto sobre deliberación, resulta que no hay diálogo entre civiles y militares, entre los gobernantes y las FF.AA., como si estas vivieran en compartimentos estancos y no formaran parte de la misma sociedad, con las mismas metas , aspiraciones y sentido de patria. Por el contrario, se siente que hay diversas corrientes que por desconocimiento o malicia siembran desconfianza e incomprensión sobre la problemática militar.
Invocamos a que se rectifiquen estas actitudes que nos dividen y que tanto daño han hecho y hacen a la construcción nacional.
(*) Ex presidente de la República
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