domingo, 2 de octubre de 2011

la catolica no es una universidad laica

Et lux in tenebris lucet

Por María Méndez

"Y la luz brilló en las tinieblas" es una frase del evangelio de San Juan (Juan 1,5) que alude a la luz de Cristo, quien ingresa a la historia humana para iluminarla con su palabra y ejemplo. La luz de Cristo, que es verdad y caridad, sabiduría y amor al prójimo, resplandece y triunfa frente a las "tinieblas", es decir, las fuerzas del odio y la maldad que están en la raíz del sufrimiento humano. En el océano de incertidumbre que es la existencia humana, la palabra de Cristo ilumina y salva, guía a los seres humanos por el camino del bien.

Et lux in tenebris lucetes la frase emblemática que encabeza el escudo de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Acompaña a esta frase la figura de un barco en aguas turbulentas cuya travesía es iluminada por una estrella que resplandece en forma de cruz, símbolo de la fe católica. Este logo subraya la identidad católica de la universidad y es el ícono emblemático que la representa.

Las universidades católicas del mundo nacen con el objeto de otorgar una educación universitaria de calidad a los jóvenes, en el marco de la fe y los valores católicos. ¿En qué se diferencian de una universidad laica? En que el objetivo de la educación que imparten es, además de académico y científico, formativo dentro de los principios de la fe. Quienes fundaron la Universidad Católica, y quien le legó sus bienes, lo hicieron para impartir conocimiento y ciencia, con pluralismo y excelencia, pero siempre en el marco de la fe y los valores esenciales de la doctrina de la Iglesia. No crearon una universidad laica, agnóstica o atea, crearon una universidad católica.

El fondo de la disputa que existe hoy entre la PUCP y la Iglesia es precisamente la naturaleza de la universidad. Desde los años 70, la PUCP fue progresivamente abandonando el objetivo central de su creación: brindar una educación católica. Las ideas marxistas en boga fueron reemplazando a una visión y reflexión más amplia y constructiva de la realidad nacional y mundial. Durante mis años como estudiante de la PUCP no recuerdo, por ejemplo, que alguna Encíclica haya sido lectura obligatoria como sí lo fueron los Principios Elementales del Materialismo Histórico. En la formación impartida en las facultades de Letras o Ciencias Sociales, Mariátegui era el pensamiento guía, Haya era estigmatizado y Víctor Andrés Belaúnde estereotipado como reaccionario. La obra de Riva Agüero era ignorada por la comunidad universitaria. El benefactor de la PUCP era despreciado por el establishment académico de la universidad a la que legó sus bienes y fortuna.

Algunas autoridades de la universidad consideran que un reencuentro entre fe y razón, y una participación mayor de la Iglesia en el rumbo de la universidad significan "oscurantismo" y atraso. Los ataques contra la Iglesia (amparándose en antiguos yerros históricos como la Inquisición o los execrables casos de pederastia condenados por el propio Papa) no han cesado en estos meses, buscando, por un lado, restar autoridad moral a la Iglesia y, por otro, atribuir el conflicto a la supuesta "ambición" del cardenal Cipriani. Craso error.

El tema de fondo es totalmente otro y va más allá de los aspectos jurídicos y patrimoniales. La cuestión a dilucidar es si la universidad desea seguir siendo católica o no. Tan simple como eso. Esperemos que el enviado del papa Benedicto XVI ayude a construir puentes entre las partes e inicie un camino de diálogo y reconciliación.

Publicado en el diario Expreso
Lima, domingo 25 de setiembre de 2011

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