Pero esa no es una funcion de los politicos sino de los intelectuales. De los pensadores. Los honestos por supuesto. No los que son parcialmente honestos, no de los emocionales o de los que se venden.
El problema es que los pensadores los intelectuales los filosofos mayores abandonan la politica la descuidan porque les parece una actividad menor y nada es mas falzo. La politica y lo que hacen los politicos nos afecta a todos. Mas aun en paises como el nuestro en donde muchos politicos creen que el estado es mas importante que el individuo, el privado.Y en donde todavia hay politicos que creen que tienen derecho a tiranizar a otros con la excusa de que lo estan haciendo por lograr la justicia social.
Los politicos no son pensadores aunque algunos lo hayan sido. Fue Haya de la Torre un politico o mas fue un intelectual un filosofo un reformador social?.
Los politicos son operadores de ideas, las implementan, no las producen. Y toman las ideas que hay, sino hay otras no tienen porque tomarlas y cuando no hay ideas la cosa puede ser peor.
Conoce usted algun politico que haya producido alguna idea. Tatcher se inspiro en Hayeck.
Ellos mas bien con el ejemplo de su conducta pueden conducir a la gente hacia la luz de la moralidad. de los valores. Porque hay m ucha gente confundida que no practica valores porque no ha tenido referentes ni en su casa ni fuera de ella.
Por eso lo que hagan ellos produce un tremendo impacto en la gente, moralizador o desmolariador segun sea el caso. Por eso la mejor gente se debe de dedicar a la politica.
Correo
Jose Barba Caballero
LIMA | No lo sé; pero hoy por hoy, la política es impensable sin la farándula. Como van las cosas, más importante que la seriedad, la decencia y las propuestas, es contar con un as bajo la manga como Tongo. Lo penoso de esta nueva realidad social es ver a los políticos más distinguidos de este país haciendo charadas y danzando hasta el ridículo para placer del populacho.
En el episodio de la caverna de Platón, que Russell describe como lo más grandioso que haya producido la literatura universal, se describe el proceso de la liberación humana como la ascensión de un habitante de la oscuridad hacia la salida de esa caverna, donde al fin habría de contemplar la realidad tal cual es. En la ascensión, el fugitivo siente a cada instante la tentación de refugiarse en la oscuridad abandonada. Y es que es más fácil volverse hacia las sombras que sufrir el doloroso impacto de la luz. Pero la luminosidad compensa. Comprende entonces la triste situación de su vida anterior. En este momento, el hombre liberado se acuerda de sus viejos compañeros y siente la necesidad de salvarlos del apacible pero falso mundo de las sombras. El descenso es aún más duro que la ascensión. Los ojos llenos de luz del fugitivo no pueden conformarse ya con las tinieblas. Cuando al fin llega, les habla de la luz, de la verdadera realidad y les empuja a que le sigan. Los habitantes de la oscuridad no le comprenden, o no quieren comprometerse a un viaje tan duro, o no quieren oír que las sombras que ven no son más que sombras. Así, la presencia del hombre que llega del país de la luz, se les hace insoportable; su voz, incómoda e inquietante; y, para no oírla más, acaban por matarle. Nunca en la historia del pensamiento humano se ha expresado con tanta belleza y claridad el sentido de la vida intelectual y el compromiso que ésta lleva consigo.
¿Comprenderán algún día nuestros políticos (tal como en su tiempo lo hicieron Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui), que ellos llevan la aurora en sus brazos y que es su deber arrastrar al pueblo hacia la luz? Entiendo que la política se ha convertido en espectáculo y los candidatos en actores; pero deberíamos hacer un esfuerzo para cambiar de guión en las próximas elecciones.
En el episodio de la caverna de Platón, que Russell describe como lo más grandioso que haya producido la literatura universal, se describe el proceso de la liberación humana como la ascensión de un habitante de la oscuridad hacia la salida de esa caverna, donde al fin habría de contemplar la realidad tal cual es. En la ascensión, el fugitivo siente a cada instante la tentación de refugiarse en la oscuridad abandonada. Y es que es más fácil volverse hacia las sombras que sufrir el doloroso impacto de la luz. Pero la luminosidad compensa. Comprende entonces la triste situación de su vida anterior. En este momento, el hombre liberado se acuerda de sus viejos compañeros y siente la necesidad de salvarlos del apacible pero falso mundo de las sombras. El descenso es aún más duro que la ascensión. Los ojos llenos de luz del fugitivo no pueden conformarse ya con las tinieblas. Cuando al fin llega, les habla de la luz, de la verdadera realidad y les empuja a que le sigan. Los habitantes de la oscuridad no le comprenden, o no quieren comprometerse a un viaje tan duro, o no quieren oír que las sombras que ven no son más que sombras. Así, la presencia del hombre que llega del país de la luz, se les hace insoportable; su voz, incómoda e inquietante; y, para no oírla más, acaban por matarle. Nunca en la historia del pensamiento humano se ha expresado con tanta belleza y claridad el sentido de la vida intelectual y el compromiso que ésta lleva consigo.
¿Comprenderán algún día nuestros políticos (tal como en su tiempo lo hicieron Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui), que ellos llevan la aurora en sus brazos y que es su deber arrastrar al pueblo hacia la luz? Entiendo que la política se ha convertido en espectáculo y los candidatos en actores; pero deberíamos hacer un esfuerzo para cambiar de guión en las próximas elecciones.
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